Como ya sabemos el gobierno de la Ciudad de México planea autorizar el cambio de uso de suelo de algunos inmuebles para su reconversión de oficinas a vivienda. Por lo que surge la duda de si esto será rentable.

Diversas opiniones se ponen sobre la mesa. Unos opinan que la reconversión sería improbable al no ser compatible las funcionalidad de los edificios de oficinas con el cambio hacia viviendas, como es el caso de drenajes y baños, entre otros. 

Siendo así más probable cambios hacia otros espacios alternativamente como bodega de almacenamiento, renta de salas para convivencias y reuniones de negocios, así como particulares y familiares; centros gastronómicos, académicos y de capacitación. 

Otros opinan que el éxito de las reconversiones dependerá de muchos factores, tales como: el tipo de edificio, ubicación y el aprovechamiento de la superficie de construcción. 

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Otro factor a considerar es la absorción del mercado, si se desea conservar el enfoque patrimonial (renta) o la decisión es un negocio especulativo (venta). Por lo que en algunos casos podrá ser más rentable y en otros podrá ser solo una cuestión de maximizar.

El tipo de proyecto que se desea acometer en la reconversión dictará el tiempo de retorno.

En caso que se siga con el esquema de oficinas, y bajo el escenario de alta desocupación combinado con una disminución de demanda es probable que veamos ajustes de los precios, según opinión de Rodrigo Guízar Gutiérrez, de Quality Inmobiliaria México.

Si el uso continuará siendo el de oficinas al surgir nuevas necesidades esto lleva a las empresas a desarrollar mayor creatividad. Nuevas necesidades estilo coworking o salas de juntas ejecutivas para atender clientes o prospectos fuera de tu casa, motivará el cambio en la finalidad de los espacios.

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Los dueños de estas oficinas que se reajustan tienen que incorporar costos más competitivos y hacer más atractivos los servicios que ofrecen. Asimismo, deben brindar mecanismos innovadores que den seguridad y confianza en los protocolos de sanidad y protección, es decir, una reingeniería del uso.

Los dueños que no están dentro de rentas institucionales fueron los más perjudicados y los que menos tienen la capacidad para sobrellevar épocas tan cambiantes. Por ello la situación los ha llevado a ofrecer descuentos de hasta 25%, replantearse una reconversión a vivienda o incluso, a vender la propiedad.

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