Se prevé que la economía crezca un 3,3% en 2022 y un 2,5% en 2023, tras una expansión de un 5.9% en 2021. Las exportaciones seguirán beneficiándose de la fuerte recuperación de Estados Unidos.
El consumo se verá favorecido por la mejora gradual del mercado de trabajo y el aumento de la proporción de población vacunada. Las inversiones se beneficiarán de los proyectos de infraestructura previstos. La inflación disminuirá, tras el notable incremento registrado en 2021.
Si la recuperación se tambalea o la pandemia se reactiva, tanto el gasto en inversión social como la inversión pública tendrán que aumentar aún más, retrasando la reducción gradual del déficit fiscal. La política monetaria deberá endurecerse gradualmente si la inflación no converge hacia el objetivo del 3%.
Mejorar la regulación aplicable a las empresas a nivel subnacional, reduciendo las cargas administrativas y los costos monetarios de crear y formalizar una empresa, contribuiría a aumentar la inversión y la creación de empleo formal.
En términos generales, la recuperación se ha generalizado con tendencia al alza de la agricultura, la industria y los servicios. Los servicios muestran un rezago en aquellos sectores con altos índices de contacto humano, como el ocio y la hostelería. El turismo, importante fuente de empleo e ingresos para varias regiones, está 27% por debajo de los niveles anteriores a la pandemia.
El consumo se encuentra a un 2% de su nivel anterior al Covid, mientras que la inversión se está recuperando lentamente y sigue un 8% por debajo de su nivel pre pandémico.
La campaña de vacunación avanza de forma sostenida, con gran heterogeneidad entre regiones.
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Por su parte, la inflación ha aumentado considerablemente. Dada la elevada integración de México en las cadenas de valor internacionales se está ejerciendo una presión significativa tanto en la inflación general como en la subyacente.
Factores internos como la recuperación de la demanda de algunos servicios, presiones adicionales sobre algunas partidas, como la agricultura y ganadería, y las subidas de precios del gas están acentuando las presiones inflacionarias. La tasa de desempleo estándar está en 4.2%, 0.8 puntos porcentuales por encima del nivel de finales del 2019.
La orientación fiscal aunque sigue siendo prudente, es menos restrictiva de lo contemplado en el presupuesto de 2021, lo que apoya literalmente la recuperación en curso. Se prevé que el déficit público aumente hasta el 3.2% del PIB en 2021 (desde un 2.9% del PIB en 2020), que se mantenga prácticamente sin cambios en el 2022 y que disminuya a partir de entonces. Se estima que la deuda pública se estabilizará alrededor del 51% del PIB.
Con el fin de apoyar la recuperación, el Banco Central redujó los tipos de interés oficiales en 325 puntos básicos desde febrero de 2020 y otorgó amplias líneas de liquidez y crédito.
Ante el significativo incremento de la inflación el Banco Central elevó los tipos de interés en 25 puntos básicos en sus reuniones de junio, agosto, septiembre y noviembre, dejando el tipo de cambio en 5%.
Si las presiones sobre los precios continúan y la inflación no converge gradualmente hacia el objetivo del 3%, estarían justificadas nuevas subidas del tipo de cambio. Se prevé que el tipo de interés aumente hasta el 5,25% al cierre del 2021.
La recuperación continuará y el consumo interno será un importante motor del crecimiento. las exportaciones seguirán beneficiándose de una profunda integración en las cadenas de valor.
Se prevé que la inflación se reduzca gradualmente en 2022 y 2023, a medida que cambios recientes en la política monetaria surtan efecto, disminuyan las perturbaciones en las cadenas de suministro y la amplia capacidad ociosa límite las presiones salariales.
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Sin embargo, las perspectivas de inflación siguen siendo muy inciertas y no están exentas de riesgos. La inflación podría mantenerse en cotas más altas durante más tiempo del previsto y esto erosionaría el poder adquisitivo, sobre todo de las familias vulnerables, y exigiría un endurecimiento de la política monetaria mayor del previsto, lo que debilitaría la recuperación.
Si se produjera un incremento significativo de las infecciones, sería necesario volver a imponer medidas de contención, que lastrarían la actividad económica.
Episodios de volatilidad financiera en otras economías de mercados emergentes podrían elevar la aversión al riesgo, reducir la llegada de flujos financieros netos y aumentar los costos de financiamiento de México.
Por el lado positivo, si el crecimiento en Estados Unidos fuera más fuerte de lo previsto, las exportaciones y la creación de empleo podrían ser más sólidas.
La integración en las cadenas de suministro se podría profundizar aún más, gracias al actualizado tratado comercial con Estados Unidos y Canadá.
La recuperación del turismo podría ser más fuerte de lo previsto, lo cual impulsaría la creación de empleo en algunas regiones.
Relanzar la inversión y aumentar la productividad son prioridades clave. Ampliar el acceso a servicios financieros, fomentando la competencia en los mercados financieros y agilizando la ejecución legal de contratos, permitiría a las pymes invertir más, crecer y aumentar la productividad.
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