La realidad que rodea al actual conflicto bélico entre Rusia y Ucrania unido a los nuevos brotes de contagios que se están registrando en China siguen impactando en las principales economías mundiales y, específicamente en América Latina, por la vía de un crecimiento más lento en medio de un importante avance de la inflación.
En el caso mexicano el 12 de Mayo la Junta de Gobierno del Banco de México (Banxico) decidió incrementar en 50 puntos base el objetivo para la Tasa de Interés Interbancaria a un día a un nivel de 7.0%, reconociendo así mayores presiones para las inflaciones general y subyacente.
Las consecuencias como el alto precio de los combustibles, el fuerte incremento de alimentos como el trigo y el maíz, y las nuevas interferencias en las cadenas de suministro han generado múltiples afectaciones de precios.
Estos efectos van desde lo cotidiano, con el incremento de más del 20% anual de unos de los principales alimentos de la dieta del mexicano como es la tortilla, hasta importantes subidas en precios de energéticos y costos de transporte que apuntan directamente en el desempeño de la industria en México.
Todos estos factores en su conjunto inciden en el sesgo a la baja recortando la proyección de crecimiento para el 2022 al 3%, según señaló Banxico.
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Por su parte, en reciente evento de la 85 Convención de Bancos de México, la banca mexicana coincide en que la principal acción para contrarrestar este ajuste es activar el otorgamiento de créditos a todos los sectores productivos.
El sector inmobiliario no ha sido ajeno a las repercusiones económicas del conflicto lo que puede medirse directamente en una desaceleración de la demanda, que afecta de forma tangencial al sector industrial.
Otro factor inquietante son las nuevas trabas que se reflejaran a lo largo del 2022 en las cadenas de suministro donde industrias como la automotriz, la electrónica y la de telefónica transitan importantes incrementos de costos de materias primas, así como la construcción general que ya reflejó a finales del 2021 importantes incrementos en sus principales insumos como son el acero y el cemento.
También temas como el transporte y las inversiones en infraestructura, que son el pivote de los flujos de comercio internacional, estarán siendo evaluados en función del retorno de inversión inmediato que puedan generar ante un escenario donde la liquidez se potencia, lo que ralentizará probablemente este tipo de inversiones.
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En cuanto a la manufactura, el caso mexicano ha logrado tomar ventajas de situaciones que pudiesen ser un riesgo y por el contrario son fortalezas que le permiten competir con otros países dentro del mismo continente.
El ahorro de costos de mano de obra e impuestos, permite incrementar el contenido regional por la ventajas de tratados como el T-MEC, específicamente en el caso de inversiones asiáticas que muchas veces por motivos geopolíticos y de participación de mercado entran en conflicto con opciones como Estados Unidos.
Si analizamos con detenimiento pasan a tener mayor peso para los inversionistas extranjeros y nacionales los temas de mercado interno como son la seguridad de las inversiones.
Revertir el estancamiento de la recuperación pasa por una labor coordinada entre autoridades e inversionistas y desarrolladores, en tiempos convulsos donde algunos mercados en particular pueden tomar ventajas por condiciones particulares inherentes a ellos.
Así es el caso de los mercados industriales de la frontera norte del país que atraen inversión manufacturera y los de las principales urbes mexicanas que han podido detonar a través de la logística.
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