En diciembre ya el gobierno nacional iniciaba la vacunación de la tercera dosis a los adultos mayores principalmente por la aparición de una nueva cepa, Omicron, cuyo impacto en la población aún se evalúa a nivel mundial.
Por su parte, si comparamos el comportamiento del transeúnte habitual en las principales ciudades mexicanas donde se desarrolla la vida corporativa ha habido una fácil adaptación a seguir las pautas de comportamiento al portar la mascarilla y mantener el cuidado al usar gel y medir las temperaturas al ingresar a recintos cerrados como comercios, restaurantes y oficinas.
Al principio el libre albedrío que adoptaron las autoridades mexicanas generó opiniones contradictorias por el gran número de fallecidos y hospitalizados pero en lo que la pandemia incrementó su plazo de permanencia parece que la autorregulación al menos ha funcionado en parte importante de la población que está muy consciente de los riesgos de enfermarse.
Por ello las empresas ya a esta altura del año han probado las premisas para el acople de su equipos de trabajo, generando diversas configuraciones de mayor o menor asistencia de personal a las oficinas.
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Algunos corporativos mantienen un modelo híbrido donde los trabajadores pueden laborar uno o dos días desde casa y el resto desde la oficina, lo que les permite controlar el aforo en espacios ya redimensionados para la nueva forma de trabajar.
Salas de trabajo abiertas con zonas de conferencias y algunos espacios privados de uso común con reserva anticipada, muy similares a los que ya ofrecían los coworking, marcan la nueva pauta del diseño de las oficinas.
Si tomamos el metrobus de Insurgentes y bajamos en alguna estación como la World Trade Center o la colonia del Valle, entre 8 y 9 de la mañana, podremos ver una afluencia al menos del 70-80% de lo que observamos en periodos previos a la pandemia.
La asistencia del personal a los centros de trabajo genera una demanda de bienes y servicios que crea ingresos aguas abajo en la economía, ya que por las permanencias de más de 8 horas en las oficinas muchos trabajadores usan los comercios, bancos, franquicias de comida y hasta escuelas para los niños cercanas a sus puestos laborales.
Solo basta imaginarse una familia promedio de la capital mexicana que vive en el estado de México y trabaja en Bosques de La Reforma cuyo grupo familiar lo componen la pareja, un adolescente y dos niños que estudiaban cerca de su trabajo y que ahora debe lidiar con periodos de clases presenciales y en línea y combinarlo con la presencia híbrida a su centro laboral.
Antes la situación no era nada fácil por los largos periodos que pasaban en el tráfico pero al menos ellos esa familia había elegido la opción de equilibrio personal y laboral que mejor les ajustaba.
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Sabemos que la pandemia ha abierto para algunas personas nuevas posibilidades de elegir modelos que antes eran impensables y que ahora les favorecen pero gran parte de la población requiere que las opciones que antes se presentaban puedan retornar y que sean ellos los que puedan elegir su mejor alternativa.
Esperemos que el próximo 2022 seamos capaces de transitar los riesgos de las nuevas cepas que seguirán apareciendo desde las fortalezas y aprendizajes que nos ha dejado la pandemia de manera que podamos cada uno en su escenario particular elegir el modelo que mejor se ajuste al equilibrio de nuestra vida personal cumpliendo las posibilidades que se planteen dentro de nuestros trabajos.
Por ello el retorno de los trabajadores será clave para que las empresas tengan mayor certidumbre de sus escenarios de ingresos y gastos lo que permitiría el retorno paulatino de una demanda corporativa que permita avanzar en la recuperación de este sector.
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